La presencia de operarios y un camión en torno a un viejo puente, depositado a un costado del arroyo Ñireco, alertó a los vecinos de la zona y terminó por descubrir la futura venta de una estructura comprada por el municipio hace 25 años y recuperada en 2017. La empresa a cargo del retiro cuenta con un permiso que le otorgó la actual gestión “para el servicio de recolección, acopio, almacenamiento, compactación y disposición final de chatarra metálica”.
El caso fue descubierto el martes (25/1) por la tarde y llamó la atención por los cortes en las vigas de una estructura que, se pensó, podría servir para ofrecer un paso vehicular seguro y reemplazar el cruce informal del arroyo a la altura de la calle Wiederhold, utilizado por varios conductores que llegan desde la ruta de Circunvalación.
Pero el comentario de los vecinos no estaba lejos de la intención que expresó la actual gestión municipal en 2017. Por aquel entonces se informó que se habían recuperado vigas y contrafuertes para construir tres puentes vehiculares “en zonas estratégicas sobre el arroyo Ñireco y Colonia Suiza”, según el detalle oficial.
Sin embargo, una empresa, que mantiene un convenio con la comuna desde 2020, se hizo cargo de retirar la estructura y comenzó con los cortes para luego vender como chatarra, por kilo, a una firma nacional. El acuerdo prevé que el privado tiene bajo su órbita la recolección de “residuos ferrosos” en coordinación con la Subsecretaría de Servicios Públicos y las Delegaciones municipales.
Esta mañana el secretario de Servicios Públicos, Eduardo Garza, dijo a Noticiero Seis que la comuna no prestó “conformidad” a los trabajos sobre el viejo puente y entendió que primero deberán “analizar profundamente” la documentación disponible.
El funcionario agregó que, a partir de algunas averiguaciones, el Ejecutivo no cuenta con la documentación del arribo de la estructura y que la adquisición la realizó “algún funcionario municipal de antaño” para luego avanzar en la conexión entre Circunvalación y Wiederhold.
Garza también detalló que el material llegó a la ciudad hace 25 años pero que nunca se pudo concretar la obra “y sabemos que esa estructura no sirve para tal efecto pero hace falta la documentación”. Comentó que se encontraba depositado en un terreno baldío del municipio que está a punto de ser cedido a una entidad deportiva y aseguró que ese puente ya había sido catalogado como chatarra.
Tres puentes
En agosto de 2017 la comuna anunció tareas de “conectividad” en la ciudad y mencionó la recuperación del material comprado durante el gobierno de María del Rosario Severino de Costa, conocida como “Chiche”, a la empresa que realizó los trabajos en la represa de Alicura.
Por aquel entonces el Ejecutivo celebró la posibilidad de construir tres puentes con las 12 vigas de 10,80 metros de largo. También se había informado de una consulta a técnicos de Vialidad Nacional “para que se releve las condiciones en que se encontraba este material, como así también se elaboren tres anteproyectos para la instalación de estos puentes que serán destinados a ubicaciones específicas”.
El plan parecía solucionar una problemática de larga data porque se proyectaban dos puentes sobre el arroyo Ñireco y el restante en reemplazo del puente Bailey, ubicado sobre calle Beveraggi, en el ingreso a Colonia Suiza.
“Cada uno de los puentes involucra un costo aproximado de 30 millones de pesos”, detalló el municipio cinco años atrás, aunque en la actualidad al menos uno de ellos será vendido como chatarra en un mercado con precios variables de acuerdo al peso y el tipo de material que se ofrece.
Chatarra
El 15 de enero de 2020 el intendente Gustavo Gennuso suscribió un convenio con Gabriel Alejando Hernández, quien ofreció sus servicios amparado en una sociedad con Javier Alejandro Mangulo, un empresario dedicado al mismo rubro pero en Viedma. En el documento, que llegó al Concejo Municipal como un proyecto de la Intendencia, se hace referencia a que la sociedad presentó un acuerdo previo con Acindar SA, una empresa de aceros, agronomía, industria y construcción, a quien le vende el material recuperado.
En aquel texto, los empresarios de la chatarra se comprometieron a instalar balanzas básculas, aportar un camión simple y otro con hidrogrúa, y dos camionetas para el servicio de recolección. También una prensa hidráulica para compactar vehículos.
La iniciativa de Gennuso también apuntaba al “espíritu social” del emprendimiento ya que preveía la contratación de las mismas personas que acuden al vertedero para la búsqueda de materiales “logrando de esta forma que accedan a un trabajo digno, registrado, estable y seguro”.
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