“Marcos Herrero nació queriendo ser famoso, esclarecer lo que nadie esclarecía. Luego comenzó a hacer negocios, obtenía dividendos con su ‘profesión’. Era reconocido por los medios. Lo reconoció la Legislatura de Río Negro y el Concejo de Punta Alta. Logró tener fama de esclarecedor, de lo que ni la policía y ni la justicia podían esclarecer. Por eso se ganó la confianza de muchas familias de personas desaparecidas que incluso hoy algunos lo siguen reconociendo y dicen: ‘acá el único que encontró algo fue Marcos Herrero’”.
Así definió el periodista bahiense Germán Sasso al adiestrador o perito de perros Marcos Herrero, sobre quien escribió el libro “El coleccionista de huesos” (de próxima aparición), basado en los 20 casos en todo el país en los que se presentó como un superhéroe, hasta que un fiscal mendocino lo desenmascaró y envió a la cárcel por ocho meses. Entre otras causas, intervino en la investigación del secuestro y muerte de Lucas Muñoz.
“Es un gran fabulador, un mentiroso. Cuando la justicia no esclarecía un caso grave, como el de Muñoz en Bariloche, lo dejaba actuar, porque no tenía respuestas. Incluso llegó a avalarlo para cerrar casos, como en el norte, donde todavía hay gente presa por la únicas y truchas pruebas aportadas por Marcos Herrero”, relató Sasso en diálogo con el programa Engranaje de Radio Seis.
En Bariloche
El capítulo cuarto del libro está dedicado a la actuación del “perito” en Bariloche.
Sasso indicó que Marcos Herrero llegó a la ciudad el 5 de septiembre de 2016, para “esclarecer” el caso de la desaparición y muerte del policía Lucas Muñoz.
“La desaparición y un asesinato impune era el terreno ideal para Herrero. Un familiar de Lucas y un policía de Bariloche habían escuchado de Marcos Herrero, que descubría lo que la justicia no quería o no podía descubrir”, rememoró.
El adiestrador fue sumado a la causa por los abogados querellantes, Karina Chueri y Alejandro Pschunder.
Sasso dijo que “lo primero que hizo Marcos Herrero fue ponerse a estudiar y leer los medios. Escuchar testimonios. Hizo una hoja de ruta y planteó un allanamiento en el complejo Nahuel Hue, de Sergio Herrero, ahora Secretario de Turismo. Ya había habido allanamientos ahí de la PSA y Gendarmería con perros, que buscaron en el predio, en base a una denuncia según la que Muñoz había estado ahí. Pero los resultados dieron negativos”.
“Sin embargo, igual fue primero ahí. El primer día le fue mal, estaba muy observado, perdió el control de los perros, que entre otras cosas se comieron el alimento balanceado de los perros del lugar. Fue el segundo día y dijo ‘yo voy a encontrar las pruebas’. Luego de buscar dijo que los perros marcaron un tacho de basura. Empezó a sacar papeles y dijo: “acá hay esencia de Muñoz. Como es lógico, fue un impacto tremendo, era un indicio muy importante. Papel y trapos con sangre, con esencia de Lucas Muñoz”, recordó.
Sergio Herrero, dueño del lugar, dijo que “eso no era sangre sino pintura, de un trabajo que habían hecho en una galería. Pero Marcos Herrero lo contradijo, ‘eso es sangre’ aseguró. Luego los análisis demostraron que era pintura”.
Entre los elementos secuestrados estaba un gorro de payaso, que el adiestrador aseguraba que “se lo había puesto la víctima”. La discusión entre ambos Herrero escaló, hasta que el propietario de las cabañas pidió un careo con su homónimo. El juez Bernardo Campana lo concedió, aunque el “perito” se negó.
El periodista dijo que la desgrabación del careo fue disparatada por los dichos de Marcos Herrero. “Dijo que usaba una técnica muy especial, única en el mundo. Le preguntaban cómo los perros encontraron el rastro desde la entrada hasta el sitio señalado, tanto tiempo después y con nieve encima. ‘Los entrené en Córdoba. A mí los perros me hablan’, dijo”. Eso llevó al juez a dar por terminada la actuación del perito de los perros en la ciudad.
De la A a la Z
El caso Muñoz fue de un enorme impacto en Bariloche, la provincia y el país, y permanece impune.
Entre recuerdos de la cobertura periodística, Mario Sandoval, conductor de Engranaje y de “De la A a la Z” de Canal Seis, recordó que tiempo después del fiasco, Sergio herrero concurrió al programa con una caja sin abrir que le había entregado la justicia con las cosas secuestradas.
“Abrió la caja en vivo y empezó a sacar las cosas que habían marcado los perros, estaba el gorro de payaso, un antifaz, papeles, trapos. Herrero explicó ahí todo el tema y de qué eran cas cosas secuestradas”, recordó Sandoval.
“Plantaba desde armas a restos humanos”
Los datos recabados por Sasso en su libro son increíbles.
Marcos Herrero era policía en Viedma y el único contacto de Herrero con perros antes era como “paseador”.
Para sus compañeros en la policía rionegrina era normal, hasta que empezó a aparecer en televisión “resolviendo” los casos más estremecedores de todo el país. “Lo echaron de la policía por sus inasistencias, no por trucho”, dijo el periodista.
Indicó que comenzó su investigación por dos casos en Bahía Blanca, donde vive. En el primero pasó desapercibido, porque la desaparición de Micaela Ortega, víctima del ciberdelito, fue resuelta por la justicia y el femicida terminó preso.
“Pero en el caso de Facundo Astudillo Castro sí hubo problemas, no sólo no encontró el cuerpo, sino que se dedicó a plantar pruebas por todos lados, involucró inocentes, con las misma maniobras sistemáticas que usó en los 20 casos, para vender el esclarecimiento del caso, cosa que nunca hizo”, dijo.
Agregó que en ese caso, tomó una de las versiones que apuntaba a la policía, y se dedicó a plantar pruebas y ser guiado a ellas por los perros en patrulleros y comisarías, donde era imposible que el chico hubiera estado.
“Finalmente encontraron el cuerpo ahogado en un río, sin indicios de la participación de un tercero en su muerte”, señaló.
Explicó que “siempre se metía en la hipótesis más mediática, para la tribuna. Llegaba a un lugar y escuchaba ‘fue fulanito de tal’ y ahí apuntaba. En Santa Cruz eran los Kirchner, en Mendoza Cornejo (ex gobernador). Iba a alimentar la hipótesis más arraigada”, indicó.
Entre otras situaciones disparatadas, llegó a “encontrar” preservativos con semen (que no era semen), cartas o mensajes de las víctimas, datos en billetes, balas que no tenían que ver.
“Estaba tan envalentonado que empezó a plantar huesos, de un mismo esqueleto, nunca se averiguó de quién era. Lo llamaban para investigar en un lugar y plantaba una pieza. Lo llamaban de otro y hacía lo mismo. Hasta que en Mendoza un fiscal sagaz pidió los huesos encontrados en Santa Cruz y los hizo comparar con los de Mendoza, y descubrieron que era del mismo esqueleto. Y que nada tenía que ver con las dos mujeres desaparecidas allá”, describió.
Llegó a partir el cráneo del esqueleto que tenía, llevó una parte a Santa Cruz y otra a Mendoza. Lo procesaron por falso testimonio y estuvo ocho meses preso. Sasso cree que volvió a Viedma y está muy tranquilo, “hasta que la suma de indicios le complique la situación”.
“Muchas veces actuó con la complicidad de una ‘vidente parapsicóloga’, a la que convocaba como ayudante. La mujer fue declarada inimputable”, agregó.
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