La cacería de hierro

(Por Nora Blok).- El asesinato de dos niños, Ponciano Caraballo (cinco años) y su hermana Felisa (tres años) conmueve a un pueblo cercano a Necochea por la ferocidad con que se los ejecuta, en una casa con techo de paja.,
El asesinato de Francesca (Nina) Cosettini, madre del guardacárcel Valentín Hierro, único hijo. Dos años después, con fatiga acumulada por desconocer el o los autores, emprende la pesquisa, con cuidado y en solitario.

El perfil de las líneas del asunto ficcional suma datos, fotografías y otros documentos históricos. Emerge la figura de Juan Vucetich, treinta tres años y su método de dactiloscopia y con él, el nacimiento de la policía científica.

Como en puzzle, las piezas van encajando y se observa un trabajo que, con esmero y algunas fallas en el tiempo, arriba a conclusiones. La voz de Vucetich, quien le da una oportunidad de aprender al guardacárcel y desde el auxilio del sabueso Álvarez, el crimen no queda impune.

Los criminales rara vez reflexionan sobre sus actos y no hay dudas en la figura de Francisca Rojas. El móvil para ejecutar asesinatos salvajes y los caminos previos para hacerlo dan cuenta de ello.

Pero, esta vez, apostar por el método de identificación alfanumérica de los dedos de la mano, sirven como eficaz auxiliar para señalar, de un modo indiscutible, quién produjo la muerte de los hermanos Caraballo.

El crimen de Nina hasta ser resuelto deambula por diferentes carriles y en contacto con distintos personajes. Ninguno de ellos logra que Valentín disminuya la carga de vergüenza y desazón ante la tumba de ella.

La historia es muy interesante no solo por su recorrido histórico, sino también por dos logros que llaman la atención: la construcción como personaje de la vecina y sus intervenciones y la emulación de las acotaciones propias del teatro cuando se realiza un interrogatorio policial.

Hugo Alconada Mon (La Plata) abogado y periodista La Nación. Columnista del diario El país (España). Autor de siete libros entre los que destaco Pausa y La ciudad y las ranas (Así llamó Roca, en su fundación a La Plata).