*En el marco del Día de la Niñez, escriben y reflexionan integrantes* de la Comisión de Comunicaciones del Colegio de Psicólogos de la Zona Andina
La etapa evolutiva de la niñez
Hace pocos días en nuestro país se celebró el Día de la Niñez y pensamos en hacer una reflexión teniendo en cuenta el particular contexto que les toca atravesar a las niñas y los niños a partir del advenimiento de la pandemia y los cambios consecuentes que tuvimos que implementar en esta nueva normalidad con el objetivo de minimizar los contagios. Esta realidad nos afecta a todos y todas. Sin embargo, uno de los mayores impactos a nivel emocional tuvo y tiene lugar en las infancias, debido a que se tuvo que poner en pausa su socialización, así como también se modificaron los modos de enseñar, aprender y jugar.
Partimos de la base de que las distintas experiencias de la vida cotidiana dejan sus marcas en la manera en cómo se estructura la subjetividad, la mente, la personalidad, las estrategias para la regulación y elaboración de las emociones, las conductas y los vínculos con los demás.
En lo particular, las infancias constituyen una etapa estructurante y formativa de la personalidad, en la cual se comienzan a desarrollar las habilidades sociales, cognitivas, conductuales y de regulación emocional. En este sentido sostenemos que todo lo que suceda en la niñez tendrá repercusiones al interior de la persona y en su modo de vincularse con el mundo.
Por eso es tan importante que como madres, padres, docentes y adultos en general, como sociedad toda, cuidemos especialmente a nuestros niños y nuestras niñas. En tiempos de tanta incertidumbre y constantes cambios, resulta imprescindible brindar cierta estabilidad a partir de las rutinas y reglas que logren organizar su mundo externo e interno.
La función de las rutinas y las reglas
Durante la pandemia se ha percibido una gran desregulación en cuanto a los hábitos y tiempos indicados para cada cosa, delimitados con un principio y un final, por lo que se ha vuelto fundamental la necesidad de volver a enmarcar, recuperar rutinas de sueño, alimentación y demás hábitos para estar en familia y solos. Las reglas (aunque éstas sean flexibles) nos generan seguridad, y se pueden establecer en familia de una manera democrática y más participativa, para ser incorporadas por los niños y las niñas de una mejor manera.
Para esto es fundamental armar un cronograma de tiempos para cada cosa, intentando abarcar lo más importante, sabiendo que hay cuestiones que van a tener que quedar por fuera. También se lo puede ayudar al/la niño/a armando un calendario o agenda para marcar las actividades más importantes que se van a retomar en las clases virtuales, pudiendo dejar afuera aquello que resulte secundario, de no llegar con el tiempo y de tratarse de un día o semana en que el/la niño/a está desmotivado/a o desganado/a en general. Esto es esperable y es importante acompañar, y relanzar la apuesta a la motivación en otro momento. Entre el “poder con todo” o “no poder con nada”, la propuesta es intentar construir un espacio intermedio en el que se escuchen las posibilidades, necesidades y malestares de nuestros/as niños/as.
Los juegos
Apuntando a una estabilidad emocional, los adultos pueden mostrar disponibilidad y amor incondicional, posibilitadores de un apego seguro.
El juego es un espacio para resolver conflictos, es un medio para vincularse y aumentar la intimidad con los otros. A través del juego se aprenden habilidades y contenidos nuevos y se practican y perfeccionan aquello ya adquirido
A los/as niños/as se los observa poco tiempo en juegos, se los ve haciendo actividades escolares. Además de que los/as padres/madres estén presentes para el momento de las tareas escolares, es importante que puedan estar también disponibles para los momentos de juego y relajo, intercalando con instancias en las que los/as niños/as deberán hacerlo solos/as. Este poder “estar” con ellos/ellas no necesariamente puede estar asociado al momento de juego sino también compartir actividades en grupo como, por ejemplo, cocinar, hacer yoga, bailar, mirar una película, salir a pasear con las medidas de prevención indicadas, hacer videollamadas con familiares, etc. Lo importante es darle nuestra genuina presencia como adultos interesados en compartir sus intereses.
Consideraciones finales
Como toda situación crítica que deja oportunidades en su camino, también es relevante destacar que muchas madres y padres han podido pasar más tiempo con sus hijos e hijas en este contexto desestructurado y más libre en cuanto a los tiempos.
Será cuestión de rescatar e intentar sostener aquello que ha resultado ser positivo dentro de este incómodo contexto de pandemia, a la vez que repensar la vieja normalidad y aprovechar la capacidad de flexibilidad con la que nos tuvimos que ver las familias de un momento a otro.
Los tiempos hoy tienen otros ritmos, y en ellos las infancias pueden encontrar otro valor y cuidado para acompañarse desde más cerca y sin tanto apuro.
*Lic. María Fernanda Arias (MP 1594)
*Lic. María Laura Sagardoyburu (MP 1173)
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