"Le puse mucho cuerpo y mucha alma a esta salud pública", expresó el doctor Felipe de Rosas al jubilarse

En diálogo con Noticiero Seis en su fiesta de despedida el doctor Felipe de Rosas recordó que llegó a Bariloche el 1 de junio de 1987 y "llovió como diez días seguidos". Lo enviaron enseguida a El Frutillar y "el último día me despedí acá, en los barrios".  Destacó que estuvo unos 22 años en El Frutillar y unos 10 años en Virgen Misionera.

Ante la consulta resaltó que se le pasan muchas cosas por la cabeza: "la palabra amor, afecto, que me parece fundamental, yo lo llamo vínculo, cuando lo hablo con los profesionales, cuando tenés un vínculo aunque no lo puedas solucionar, estás haciendo gran parte de lo que un médico debe hacer, estar y acompañar, y, por otro lado, preocupación, porque tanta despedida parece que me voy a tener que despedir... no me quieren ver más".

Reconoció que "todavía no caigo, veré qué hacer, hay ciertas cosas que me unen, como la Fundación Nutrir Patagonia o la universidad, además que no sé hacer otra cosa".

Destacó que "me suena esa dicotomía, pero sobre todo el afecto del equipo de salud y mis compañeros". Agregó que "me considero un trabajador del hospital, salud pública, siempre armé y trabajé con equipos, nunca trabajé solo, no lo sé hacer, es lo que más me resuena ahora".

Al dirigirse a los nuevos médicos, manifestó que "uno va a poder formarse, estudiar y ver cómo son las patologías, sepan que no nacen en una cama, en el hospital, sino 20 años antes, en el barrio, donde la gente vive y trabaja, donde hay condiciones ambientales, sociales, económicas que repercuten en la salud y luego terminan en una cama o un quirófano". Recomendó saber siempre dónde la gente vive, porque "ahí se sabrán las soluciones para muchos problemas".

Agradeció a vecinos, pacientes, "aquellos que pude ver padre, hijo y abuelo, todas las generaciones, acá como en la guardia del hospital, como cuando fui director del hospital o en el Virgen Misionera".